Siempre que hablo de la Guardia Civil me gusta recordar que me declaro gran admirador de la labor que se realiza desde ese Cuerpo y que me parece un auténtico honor mantener una gran amistad con muchos de sus miembros. Un Guardia Civil -como se dice coloquialmente- está hecho de otra pasta. Basta tomarse un café con un Guardia Civil para darse cuenta de ello.

La Guardia Civil es una Institución grande y compleja en su funcionamiento. Al igual que ocurre en otras instituciones grandes y complejas, nos encontramos en su seno a personas admirables (tanto por su valía humana como profesional) que conviven con otros miembros -los menos- que distan mucho de merecer esa admiración.

El pasado día diez de julio falleció Óscar, un motorista de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil perteneciente al Destacamento de Tráfico de Zaragoza. Falleció en acto de servicio al colisionar contra un camión cuando se dirigía a auxiliar a un tractorista accidentado. Yo no lo conocía, pero por todo lo que he podido leer sobre él estaba claro que representaba ese prototipo de gran persona y gran profesional que engrandece al Cuerpo.

Óscar no es un caso aislado. Si larga es la lista de los miembros de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil fallecidos en acto de servicio, muchísimo más lo es la de sus miembros que resultaron heridos.

Tras el fallecimiento de Óscar, el máximo responsable de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil -su General Jefe- se dirigió a sus subordinados lamentando su fallecimiento y el de otros miembros del Cuerpo. También realizaba una reflexión sobre la necesidad de reducir la accidentabilidad interna. De su escrito, extraigo un párrafo en el que se refiere a las medidas que piensa tomar si no se reduce la siniestrabilidad de la Agrupación:

«… no puedo olvidarme de aquella otra siniestralidad propia donde el resultado no ha sido mortal y que también se ha disparado.

Si la situación continúa por estos derroteros será el momento de exigir responsabilidades. Sé que no es la solución pero tengo la ligera impresión de que nuestra implicación en evitar la siniestralidad propia dista mucho de ser la adecuada…»

La idea suena terrorífica: si la accidentabilidad no decae -a sabiendas de que no es la solución- exigirá responsabilidades. Uno se queda sin palabras.

Para enfrentarse con perfil técnico a un problema de siniestrabilidad resulta imperativo realizar una investigación detallada de los accidentes a los efectos de conocer sus causas. Hay que saber si detrás de esos accidentes subyacen problemas de equipamiento, formación, fatiga psíquica o física, etc. Esto es un concepto elemental. Sería algo así como la «educación primaria» de la investigación de accidentes de tráfico. Deduzco, por tanto, que el General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil no posee un perfil técnico en esta materia.

Sí que percibo, sin embargo, un nítido perfil policial en su enfoque, ya que la identificación de responsabilidades es lo que marca la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en sus intervenciones en accidentes de tráfico. Pero, dentro de esa visión policial, decir que va a optar por la vía sancionadora a sabiendas de que no es la correcta tampoco le sitúa a buen nivel, ya que él tiene responsabilidad sobre sus hombres y debería primar «solución» frente a «sanción». Realmente, creo que un buen líder debería dejarse el alma trabajando por la seguridad de sus hombres.

Si, en este momento, alguien me pidiera opinión sobre la idoneidad para el cargo del actual General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, ésta sería obviamente negativa, pero lo sería también por algo más que por sus actuaciones profesionales.

En los últimos días, las redes sociales dejan entrever el malestar de distintos colectivos de guardias civiles en relación con la mala calidad de su material de trabajo. No hace falta estar dentro del Cuerpo para ser consciente de esa realidad. Basta con ser mínimamente observador.

Personalmente, no sé valorar hasta qué punto puede ser correcta la actuación de los guardias civiles que comentan en público lo que muchos calificarán como «asuntos internos». Ya sabemos que la famosa frase «la ropa sucia se lava dentro de casa» es de manual en las instituciones públicas.

Por su fondo, me parece importantísimo conocer esa situación. Está claro que todo trabajador merece unas condiciones dignas de trabajo, pero, aunque solo fuera por nuestro interés personal, deberíamos preocuparnos por que la Guardia Civil nos pueda auxiliar en las mejores condiciones posibles.

Por sus formas, puedo tener dudas sobre la corrección de determinadas expresiones dirigidas públicamente a un superior, pero no tengo ni la más mínima duda sobre las formas en la que un superior nunca, jamás, debería dirigirse públicamente a sus subordinados. En este sentido, creo que algunas de las expresiones dirigidas públicamente por el General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil a sus subordinados -insultantes en algún caso, por cuestionar que puedan poseer un nivel cultural elemental- distan mucho de ser ejemplares y le descalifican para ocupar ese cargo.

Lo digo ante el ruido, como amigo que me considero del Cuerpo y como persona que, en la medida que le resulte posible, ayudará a que la Guardia Civil siga a nuestro servicio en las mejores condiciones posibles.