Sr. Ministro, Sra. Directora,

Es la tercera vez que me dirijo a ustedes -esta vez públicamente- para trasladarles mi creciente preocupación ante el contenido de los mensajes electrónicos que, cada cierto tiempo, me remite personalmente el General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, mensajes que, intuyo, responden a su malestar por mis pronunciamientos sobre su poca idoneidad para el cargo que desempeña.

Hasta la fecha, he querido limitar mis reacciones a esos impertinentes mensajes a un simple escrito remitido al general por cauce administrativo, con copia a ustedes, pensando -quizás ingenuamente- que eso serviría para atajar esos comportamientos improcedentes. Pero creo que el pasado 11 de diciembre de 2020 este General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil traspasó todas las líneas rojas al dirigirse a mi, ciudadano español y civil, en estos términos:

«“Su cariño” a la Guardia Civil ha quedado demostrado en su nulo recuerdo por las víctimas, y sus familias, del atentado terrorista que sufrió la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en la Avenida de Cataluña, el 11 de diciembre de 1987, hace exactamente 33 años.

Zaragoza, su ciudad.

Un saludo.»

No les ocultaré, Sr. Ministro y Sra. Directora, que la lectura de esos inaceptables prejuicios hacia mi persona hacen que mi deseo inmediato sea expresar con nitidez la opinión que me merece alguien que es capaz de dirigirse así a otra persona, a mi en particular. Pero sé que, en estos momentos, lo que procede es hacer uso de la razón y pensar que quien escribe lo ha hecho, simplemente, con inconsciencia o incapacidad de entender el significado y alcance de sus propias palabras. Y lo pienso así porque me resulta inconcebible que pueda existir nivel de maldad humana tal que lleve a alguien -de forma consciente e intencionada- a pronunciarse en esos términos sobre una persona que le es desconocida, tal como es mi caso. Y, además de inconsciencia, hablaré también de inmadurez, ya que cualquier persona medianamente formada sabe que nuestras vidas se articulan y desarrollan más allá de las redes sociales, sin que nos sintamos obligados a hacer públicos nuestros sentimientos, pensamientos, obras o deseos más allá de lo que voluntariamente queramos hacer. Este general debería saber que no puede reprenderme -ni a mi, ni a nadie- por no hacer ostentación pública de unas acciones que él pueda supervisar y aprobar.

Como va a haber personas que leerán esta carta abierta desconociendo sus antecedentes, permítanme, Sr. Ministro y Sra. Directora, que haga un breve resumen de lo que considero que puede originar este tipo de execrables actuaciones protagonizadas por el general.

Mi percepción es que todo arranca el día 14 de julio de 2020, pocos días después del fallecimiento de Óscar, un motorista de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil perteneciente al Destacamento de Tráfico de Zaragoza. Ese día escribí en mi blog personal (juanjoalba.com) sobre el pronunciamiento que, ante la alta tasa de siniestrabilidad dentro del Cuerpo, había realizado el máximo responsable de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, su General Jefe:

«...no puedo olvidarme de aquella otra siniestralidad propia donde el resultado no ha sido mortal y que también se ha disparado.

Si la situación continúa por estos derroteros será el momento de exigir responsabilidades. Sé que no es la solución pero tengo la ligera impresión de que nuestra implicación en evitar la siniestralidad propia dista mucho de ser la adecuada...»

La idea, que me parecía terrorífica por su injusticia implícita (exigir responsabilidades a sabiendas de que eso no era la solución), me permitió argumentar sobre el bajo perfil técnico del general y expresar mi opinión en el sentido de que la responsabilidad sobre sus hombres debería hacer valer «solución» frente a «sanción». Pero también me pronuncié sobre las formas en que ese mismo general se había dirigido a sus hombres en redes sociales, cuestionando que pudieran poseer un nivel cultural elemental. Mi opinión, en la que me reitero, fue que esas formas de actuar descalificaban al general para ocupar su cargo.

El día 17 de julio de 2020 recibí un primer mensaje firmado por el «General de División de la Guardia Civil Jefe de la Agrupación de Tráfico». Hoy, son ya siete los mensajes recibidos con descalificaciones de amplio repertorio hacia mi persona, destacando una especie de mantra que ofusca al general en torno a mi supuesta animadversión hacia la Institución de la Guardia Civil.

Voy a intentar dejarlo claro de una vez para siempre. Admiro a la Guardia Civil y a sus hombres y repetiré hasta cansarme que es para mi un auténtico honor mantener una gran amistad con muchos de sus miembros. Ocurre que al General Jefe de la Agrupación de Tráfico hay que explicarle que los ciudadanos tenemos capacidad suficiente para entender que la Guardia Civil es una Institución grande y compleja en su funcionamiento y que, al igual que ocurre en otras instituciones grandes y complejas, sabemos perfectamente que nos vamos a encontrar en su seno a personas admirables que conviven junto a quienes -siendo afortunadamente los menos- no honran como se merece el uniforme que visten.

Para que no se tengan que enterar de oídas, Sr. Ministro y Sra. Directora, les contaré que han sido dos las veces que me han pedido usar mi nombre para hacer cosas que, en mi escala de valores, resultaban moralmente inaceptables a la vez que dañaban la imagen de la Guardia Civil. Y no hace falta explicar qué pasa cuando en esta vida te ofrecen algo sucio. Si dices «sí», muy mal porque -aunque solo te pidan ser simple colaborador- serás cómplice y cautivo de quienes planificaron llevar a cabo algo inmoral. Si dices «no», también mal porque en ese mismo momento te ganarás un puñado de enemigos. Dos veces dije «no» y eso se tradujo en el inicio del mayor calvario personal y profesional que he tenido que soportar en mi vida. Pero les diré una cosa, Sr. Ministro y Sra. Directora: mil veces volvería a decir «no» porque irte a dormir cada noche con la conciencia tranquila es algo que no tiene precio cuando quieren hacer de tu vida un infierno.

Ocurrió, Sr. Ministro y Sra. Directora, que estos hechos coincidieron en el tiempo con una nefasta actuación técnica de un equipo de atestados de la Agrupación de Tráfico. Fue una actuación plagada de errores infantiles en la que incluso se realizaron cálculos con un coche distinto del realmente involucrado en el accidente. Sus autores argumentaron -como solvencia de su trabajo- el haber hecho uso uso de «software americano». También conocen ustedes estos hechos, Sr. Ministro y Sra. Directora, porque recibieron copia del escrito que le remití al general. Si recuerdan, le expliqué al general que los errores han sido reconocidos como tales por todos quienes los han conocido, salvo por los autores de los mismos.

Unan ustedes ahora, Sr. Ministro y Sra. Directora, los dos párrafos anteriores y añádanle otra de las inquietantes sentencias que me dedicó el general:

«...me he informado de su personalidad a través de terceras personas y no sale usted bien parado.»

Ya tienen ustedes, Sr. Ministro y Sra. Directora, todo aclarado. Doble negativa a unas propuestas indecentes junto a mi crítica a un trabajo plagado de errores. A partir de ese día alguien decidió que eso era perfecto para demostrar que yo «odiaba» a la Guardia Civil y sospecho que así se lo han transmitido a ese general que, según reconoce él mismo, se va informando de mi personalidad a través de terceras personas.

Quizás ahora, Sr. Ministro y Sra. Directora, entiendan mejor el por qué de las explicaciones que le di al general cuando me recriminó haber «criticado» a la Guardia Civil «con saña y en varias ocasiones»:

«Sr. General, no critico a la Guardia Civil. Solo me muestro contrariado ante el hermetismo que algunos imponen en una Institución que no debería mostrar tanto rechazo a lo que le llega desde afuera y que tampoco debería ver el error como una humillación. Me muestro contrariado ante una Guardia Civil que no acepta que, como todos, también tiene sus limitaciones técnicas. Me muestro contrariado ante una Guardia Civil que no acepta enmendar con naturalidad su trabajo cuando el error aflora. Y me muestro contrariado porque ese carácter merma la confianza ciudadana en la labor técnica de la Guardia Civil.»

Vuelvo al comienzo de esta carta abierta y les pido que, por favor, refrenen los excesos verbales de quien ostenta el cargo de General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Personalmente, como ciudadano español, me parece inaceptable que alguien se dirija a mi para cuestionar mis sentimientos hacia las víctimas de atentados terroristas, especialmente cuando ese alguien viste uniforme de la Guardia Civil.

Y también me parece inaceptable que quien ostenta el cargo de General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil sea capaz de ridiculizar públicamente a sus hombres a través de esas redes sociales que tan celosamente escudriña. Al general, se lo dije así, literalmente:

«Aunque a usted le pudiera asistir toda la razón del mundo, yo -como ciudadano español- no le acepto que usted menosprecie públicamente a sus hombres de esas formas y le voy a dar un único motivo: a esas personas que están a mi servicio las he visto dejarse el alma en su trabajo; sé perfectamente a qué tipo de situaciones se enfrentan cada día y sé que si un día tengo un problema estarán ahí para ayudarme. Esas personas merecen todo mi respeto y me duele enormemente que sean tratados públicamente como tontos o ignorantes.

Ya le dije que no le considero idóneo para desempeñar su cargo, tanto por cuestiones técnicas, como por considerar inadecuado que un mando haga de menos o intente ridiculizar a sus subordinados tal como usted hace de forma reincidente. Por sus formas de actuar, creo que usted debería ser cesado.»

Ahora, con el mayor respeto y acogiéndome al artículo 29 de nuestra Constitución, les hago a ustedes, Sr. Ministro y Sra. Directora, una petición. Por favor, ofrézcanle a quien hoy ocupa el cargo de General Jefe de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil una oportunidad para que corrija su reprobable comportamiento y deponga sus irrespetuosas actitudes hacia sus hombres y hacia cualesquiera otros ciudadanos como lo soy yo mismo. Y si el general rechaza esa oportunidad, por el bien de la Guardia Civil y de sus efectivos que prestan servicio en la Agrupación de Tráfico, y por el bien particular de este ciudadano español que les escribe y que no merece ser cuestionado en sus sentimientos hacia las víctimas de atentados terroristas, les pido entonces que, por favor, procedan a su cese.

Muchas gracias por su atención, Sr. Ministro y Sra. Directora.

Reciban un cordial saludo,

firma juanjo

Juan José Alba
Dr. Ingeniero Industrial
Profesor Titular de Universidad