La administración -por sí sola y también con la ayuda de numerosas y diversas organizaciones subvencionadas- no deja de intentar hacer creer a los ciudadanos que entre las «causas» de los accidentes de tráfico destaca un concepto meramente administrativo tal y como es el «exceso» de velocidad. Es una idea sin pies ni cabeza.

En un accidente que se produjera hoy a 90 km/h en una zona con límite de 100 km/h, la causa no sería el «exceso» de velocidad. Pero bastaría bajar mañana el límite de velocidad a 80 km/h para que ese mismo accidente ya pudiera tener como «causa» el «exceso» de velocidad.

Cuando -en un futuro próximo- todos los límites de velocidad estén a 30 km/h (es el camino que llevamos), seguiremos viendo accidentes que se producirán a 50 o 60 km/h... es decir, accidentes con grandes «excesos» de velocidad. Nunca nadie se preocupará por saber si podríamos encontrar la «causa» en aspectos tales como la insuficiente formación o el estado de la vía.

¿Para qué preocuparse por esas cuestiones en un escenario en el que los accidentes sólo tendrán la «causa» en tu desobediencia?… Y atentos a la que se nos viene por delante con la nueva tasa de alcoholemia (que me parece correcta) y los accidentes cuya «causa» será el «exceso» de alcohol. El número de borrachos al volante se va a disparar, pero, de nuevo, lo importante no será conocer la realidad técnica de cada accidente para actuar con fundamento y evitar que se repitan. Lo realmente importante será poder seguir señalando siempre al ciudadano como único responsable.