Publicado en Heraldo de Aragón el 2 de marzo de 2022.
La Cámara de Cuentas de Aragón, con su informe sobre Motorland, invita a reflexionar sobre lo que muchos percibimos como rechazo a que Aragón lidere proyectos de vanguardia.
Antes del 2000, se quiso impulsar un gran centro de I+D+i para la automoción en Zaragoza, idea que se explicó a la entonces alcaldesa Rudi, que lo vio claro y pidió al jefe de Policía, Primitivo Cardenal, que encontrase ubicación. La iniciativa también fue bien acogida por la Confederación de Empresarios de Aragón que presidía Julián López Babier. Éste, un día, sentenció: «Toca sacar la caballería». Y no sabemos qué hizo, pero muchos se asustaron porque poco tardó en llegar una «sugerencia fuerte» para paralizar el proyecto por interferir en la apuesta institucional llamada Ciudad del Motor. Así, bajo promesa de esfuerzos para considerar nuestras ideas, se nos pidió una colaboración que nos situaba en reuniones donde el concepto ‘circuito’ arrinconaba al concepto ‘industria’.
Ya en junio de 2004, se firmó un convenio entre la Universidad de Zaragoza, la Confederación de Empresarios de Aragón, la Fundación Unir y la sociedad Ciudad del Motor de Aragón S.A. El objeto decía:
«Colaboración en la promoción de lo que, a partir de ahora, se denominará TESSA (Centro para el desarrollo Tecnológico, Económico y Social en el Sector de la Automoción)… que permitirá la realización de actividades de investigación, desarrollo, formación, exhibición, prestación de servicios, y cualesquiera otras que redunden en el desarrollo tecnológico, económico y social del sector de la automoción».
Pero Tessa no existe. Todo acabó en el grupo de circuitos –Motorland– junto al polígono industrial que se denominó Parque Tecnológico Technopark y que, contra natura, quedó separado de Motorland. Desde entonces, no se ha sabido de la implicación de Motorland en actividades de I+D+i hasta la llegada de su actual director, al que conozco bien por haber sido mi alumno y que sé que tiene claro cómo debe ser Motorland. Apuesto a que Santiago Abad ya maneja varias ideas para diversificar actividades en Motorland y que no las despliega porque sabe que no podrá imprimir el ritmo requerido.
En 2019, en Motorland, tratamos de impulsar un centro internacional para la I+D+i sobre emergencias y grandes desastres donde se investigaría y formaría para la mejor actuación técnica ante atentados terroristas, catástrofes naturales, accidentes del transporte o desastres tecnológicos. Se creó el foro Subitis con participación de profesionales de todo el mundo que coincidían en destacar el gran potencial de Motorland, dada la posibilidad de crear escenarios únicos para la formación de alto nivel. Desde Motorland, un día, se me informó de que la idea debía abortar.
También en 2019, Motorland, la Universidad de Zaragoza, el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja y la empresa Centro Zaragoza, comenzamos a trabajar en el proyecto Teruel-X-Mobility. La nueva movilidad debe realizar desarrollos tecnológicos y pruebas para los que Teruel es ideal por sus carreteras de poco tráfico que proporcionan gran confidencialidad. Motorland, que ofrecería sus circuitos para las pruebas más sensibles y secretas, sería la sede. Todo era idóneo para atraer inversión privada de empresas tecnológicas, así como del sector de la energía y las telecomunicaciones. Desde Motorland, un día, se me informó de que la idea debía abortar.
Ahora, dieciocho años después del fallido Tessa, el Tribunal de Cuentas de Aragón dice de Motorland:
«Fundamental que se desarrolle el plan estratégico establecido, reforzando las acciones tendentes a la diversificación de las actividades y promoviendo actuaciones diferentes a los eventos deportivos que han constituido la principal actividad de la empresa hasta ahora, con resultados negativos. Esta diversificación en las acciones propuestas, dirigidas a desarrollos tecnológicos e industriales o cualesquiera otras económicamente productivas, necesitarán también de apoyo financiero para las inversiones necesarias».
Esto se sabía antes de construirse Motorland, pero miremos ahora adelante para, con inversiones menores, llevar allí proyectos singulares que generen riqueza, siempre sin olvidar que, aparte de Motorland, hay otras iniciativas que quieren venir a Aragón (podríamos hablar de biocombustibles para aviación) y que morirán si determinadas puertas no se abren. Si seguimos rechazando liderar en Motorland proyectos sólidos e innovadores, seguro que –con símil automovilístico– nos adelantarán por el interior y por el exterior.